La región de Liébana en Cantabria propone una ruta de ecoturismo en vehículo 4×4 por los Puertos de Pineda, un entorno natural de gran valor ecológico y geológico.
La Cordillera Cantábrica es una frontera natural que encierra la meseta castellano-leonesa por su borde noroccidental, elevándose sobre los cielos y creando escarpados y preciosos valles donde grandiosas paredes de caliza y conglomerados sobresalen hiriendo nubes bajas con ansia de descarga, tras acariciar éstas las aguas del Golfo de Vizcaya.
Los Puertos de Pineda (Lugar de Interés Geológico y Zona de Especial Conservación), están adscritos a la comarca de Liébana, que ostenta la figura de protección ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves).
Estos enclaves constituyen en sí mismos un refugio ampliamente biodiverso para varias especies de aves y mamíferos emblemáticos de la fauna ibérica; amén de otros muchos animales: quirópteros, reptiles y anfibios, anuros…
Una de esas joyas aladas es el urogallo cantábrico, relicto glacial, una tetraónida majestuosa que, en otro tiempo, habitaba la cordillera en su totalidad, y que hoy solo se le puede encontrar adscrito a minúsculas manchas muy localizadas y protegidas. La especie, endémica de la fauna ibérica, enfrenta unos desafíos poco halagüeños, ya que, lamentablemente, su tasa de éxito reproductivo es inferior a uno, con lo que su viabilidad está pendiendo de un hilo.
Sin embargo, no muy lejos de estos valiosísimos y últimos lugares donde puede persistir esta especie, otra parece medrar modestamente, pero con paso firme. Es el caso del oso pardo cantábrico, uno de nuestros más totémicos animales. Precisamente con especial atención a sus poblaciones, esta propuesta de natural que hoy nos atañe, solo se realiza en ciertos meses del año; para evitar molestar a sus ejemplares en periodos de especial vulnerabilidad.
Como una de las medidas de conservación más populares de los últimos años, el turismo activo con intereses conservacionistas (ecoturismo), está en claro auge a lo largo y ancho del planeta. También a escala local y rural, y este es uno de sus ejemplos.
En el año 2024 Vega de Liébana ha obtenido finalmente los permisos necesarios para comenzar a ofrecer una interesantísima propuesta turística por sus profundos valles, en los que mostrar a niños y adultos la exuberante belleza del lugar, su riqueza geológica, forestal y natural, mientras convive en perfecta armonía con otras actividades de larga herencia, como es la ganadería extensiva.
Nuestra ruta (modalidad circular), que se desarrolla en su totalidad en un vehículo 4×4, realiza una pausada y recreativa ascensión por la umbría del valle hasta llegar al límite con la comunidad autónoma de Castilla y León por la provincia de Palencia, en el lugar que ocupaba hace siglos un antiguo lecho glaciar (donde hoy se encuentra el circo). Este recorrido se hace acariciando el margen del Ríofrío, entre las cumbres del macizo de Fuentes Carrionas, cuyo pico culminante es Peña Prieta. Desde ahí también se puede divisar la inmensa «mole de conglomerado del Curavacas, uno de los sectores más salvajes e indómitos de la cordillera Cantábrica».
El camino trazado surca robledales, hayedos, vegetación montana y subalpina y visita, entre ellas, varios puntos estratégicos, algunos vinculados con la actividad humana, como los antiguos molinos “maquileros” de Dobres o Vada. Enclavados en cauces de aguas vivas y frías, estas infraestructuras, ahora en desuso, son un fiel reflejo del aprovechamiento de los recursos naturales por una sociedad rural, que en las últimas décadas ha ido abandonado el uso tradicional de estas estructuras, no por ello, dejando que caigan en el olvido.
Por su privilegiada ubicación, toda la zona que rodea Vega de Liébana y sus puertos, posee un microclima de carácter similar al mediterráneo, lo cual genera inviernos relativamente suaves y veranos luminosos. De este hecho se nutren sus bosques de encendidos otoños donde colores extraordinariamente vivos reflejan titilantes los rayos del sol.
A diferentes cotas, el paisaje se transforma en sugerentes y graduales cambios que van desde el piso colino (por debajo de los 700 m.s.n.m.), pasando por el montano hasta el subalpino (1800 y 2600 m), con la riqueza ambiental y forestal que ello supone.
En el trayecto podemos contemplar turberas junto a antiguas morrenas, que fueron hace siglos lagos glaciares, y que a pesar de corresponder a un escaso porcentaje de los ecosistemas de nuestro planeta, es uno de los de los más valiosos a nivel ecológico no solo por su labor como sumidero de carbono, sino por la capacidad para nutrir los suelos en los que se forma y medra.
Pasos de viento entre cumbres, lomas suaves sobre las que se recuesta el ganado junto al tierno y mullido pasto, bajadas abruptas de paredes de conglomerados con M. A. de antigüedad… Los Puertos de Pineda ofrecen un rico y variado mosaico de contrastes, donde el clima suele acompañar, ofreciendo multitud de posibilidades fotográficas en una única jornada de ruta, y que cruza, dentro de su extenso periplo, una zona con un nivel de especial protección y restricción, por ser parte del territorio del oso pardo, por lo que en determinados (y breves) tramos del trazado no se puede bajar de vehículo para minimizar el impacto en estas áreas.
La jornada tiene contemplada una parada a medio camino para un almuerzo en plena naturaleza, donde sobrecoge la magnitud del paisaje, que abriga al visitante desde los cuatro puntos cardinales. En nuestra excursión hicimos el alto frente al pueblo de Cucayo, en un soberbio anfiteatro natural que mezcla a la perfección la naturaleza más abrupta con aportes arquitectónicos que ostentan con orgullo la categoría de Conjunto Histórico Rural.
El conocimiento y la puesta en valor de esta propuesta tan atractiva viene encarnado por la figura de la ambientóloga Sarah Sargatxo, entusiasta líder de la expedición, que aporta, sin duda, un valor incalculable a la misma, ofreciendo explicaciones didácticas, ricas y coloridas, consiguiendo contagiar a quienes la acompañen en sus salidas, el amor y el respeto por todos los agentes (pequeños y hasta teóricos), que permiten mantener y mejorar la salud y la supervivencia de los ecosistemas.
La ruta volverá a abrirse a partir de la primera quincena de junio hasta el mes de noviembre.
Para más información: Pineda Ecoturismo