En plena naturaleza cántabra, un palacio del siglo XVII acoge hoy un exclusivo Relais & Châteaux donde desconectar y entregarse al hedonismo. El Helguera Palacio Boutique Antique fue ideado como retiro del conde de Santa Ana, mano derecha del virrey del Perú y miembro de la histórica familia Ceballos. Su actual propietaria, la diseñadora Malales Canut, lo ha convertido en un hotel anticuario donde cada pieza está a la venta. Historia y lujo contemporáneo se fusionan en un escenario ideal para descubrir los encantos de la región.
Al cruzar el portón principal, los sirvientes ya habían preparado mi llegada. Mi mayordomo personal me recibió con una reverencia. «Todo está listo, señor conde. Hemos encendido los fuegos y preparado las habitaciones como ordenó en su misiva». Mi dormitorio, con vistas a los valles y montañas que se extendían hasta donde alcanzaba la vista, era mi santuario. Los muebles de nogal tallados a mano, los tapices que relataban las gestas de mis antepasados y la enorme cama con dosel donde olvidaba las preocupaciones del virreinato eran un bálsamo para mi espíritu cansado.
Tras los muros de este majestuoso edificio, no es difícil imaginar un episodio similar. Construido entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, este palacete cántabro es hoy el Helguera Palacio Boutique Antique, un adults only perteneciente a la prestigiosa cadena Relais & Châteaux. En el corazón de los valles pasiegos y tan sólo diez minutos de Puente Viesgo, este es el refugio ideal para una escapada donde la desconexión, el relax, la serenidad y el lujo están asegurados.
Una cita con la historia
Nada más traspasar la imponente puerta de madera que da acceso a este palacio señorial, el peso de la historia de una de las zonas más pintorescas de Cantabria se convierte en protagonista de nuestra estancia. Testimonio del esplendor del pasado, el edificio ha sido cuidadosamente restaurado conservando la esencia de antaño.
Para ello, se han preservado elementos originales como los suelos de madera de roble y olmo, los techos con artesonado, la escalinata de piedra donde todavía se puede observar el escudo de la familia Ceballos y la gran arcada de la entrada principal.

Sus cuatro fachadas de sillería cántabra (típica de la época) se han mantenido intactas y en el jardín que da la bienvenida al viajero habitan algunos árboles cuya edad ronda los 150 años. Todo ello, sumado a una gastronomía de altura, la posibilidad de sumergirse en su infinity pool con vistas de infarto a paisajes de ensueño o su lujoso spa son sólo el preludio de una experiencia sublime que difícilmente podréis olvidar.
Una estancia entre algodones
Alojarse en este hotel boutique es garantía de una estancia impregnada de encanto y magia. El cuidado y el mimo por el detalle y la exquisita atención de su personal son sus principales insignias. Desde mayo de 2024, luce con orgullo la exclusiva Llave Michelín, distintivo de la excelencia hotelera.
Sus 11 habitaciones (nueve en el edificio principal y dos en las antiguas caballerizas) están bautizadas con los nombres de ilustres personajes vinculados con la familia original del palacio y los actuales dueños. Virreina de España, barón de Puerto Rico, conde de Gomera, conde de las Torres o sir Arthur Wellesey, quien salvó la vida al regente Gabriel Císcar cuando Fernando VII, a su vuelta a España, lo condenó a muerte.

Todas ellas son diferentes entre sí y tienen una historia y personalidad propia. Diseñadas para garantizar el máximo confort de los huéspedes, no faltan las camas con dosel o chimeneas de hierro forjado, entre muchos otros detalles.
Un hotel anticuario donde todas las piezas se pueden adquirir
Otras de las peculiaridades de este exclusivo establecimiento es que se trata de un hotel anticuario. Cada objeto y cada mueble narran la historia de un interiorismo inusual y proceden de anticuarios distribuidos por todo el globo. Los huéspedes no sólo disfrutarán de esta atmósfera solariega, sino que podrán adquirir las piezas que deseen: vajillas de colección, candelabros, tejidos de lino, terciopelos de seda o cuadros de época.
El incansable trabajo de una de las mejores interioristas y decoradoras de nuestro país, Malales Martínez Canut, ha hecho posible el perfecto equilibrio entre todas estas piezas y la historia del edificio. La restauración llevada a cabo hace unos años nunca ha perdido de vista la esencia del lugar preservando el ambiente palaciego de la vieja Europa de hace más de cuatrocientos años.
Oda a la desconexión, el bienestar y naturaleza
Esta joya arquitectónica esconde aún más secretos en su exterior. Sus hermosísimos jardines, donde crecen árboles frutales e infinidad de hierbas aromáticas, son una invitación a perderse sin rumbo por sus senderos y abandonarse al relax y la contemplación en alguno de sus exquisitos rincones.

Un edén de calma y tranquilidad en el que no falta una piscina infinita con impagables vistas a los valles pasiegos. La gran ventaja es que está diseñada para disfrutarla todo el año, ya que cuenta con una zona exterior y una prolongación hacia el interior de un spa provisto también con hidromasaje, gimnasio completo, sauna y hammam. Los huéspedes que lo soliciten podrán disfrutar también de un buen masaje en cualquiera de las cabinas interiores e, incluso, al aire libre.
Un homenaje a la gastronomía cántabra tradicional
Y para los más sibaritas, Palacio de la Helguera ofrece una experiencia gastronómica de altura basada en productos locales. El restaurante Trastámara brinda una reinterpretación contemporánea de la gastronomía cántabra con guiños a la cocina peruana. De hecho, el chef Renzo Orbegoso Hinojosa, originario del país andino, ha diseñado un menú de temporada en el que no faltan platos como el cocido montañés, la merluza del Cantábrico, las exquisitas anchoas locales o el sobao pasiego. No olvidéis dejar un merecido hueco para deliciosos postres artesanos como el flan de queso, el coulant o la tarta de manzana. Destaca su amplia carta de vinos procedentes de diferentes DO.
Cultura, tradiciones locales y arte rupestre
Tras un desayuno exquisito a base de productos locales (los más dormilones pueden degustarlo en la habitación), es momento de explorar los alrededores siguiendo quizás los mismos senderos que recorrió el conde. La belleza natural de los valles pasiegos permanece inalterada, un paisaje de verdes intensos y suaves colinas que invita a la contemplación y al sosiego.
El Palacio de la Helguera es el punto de partida ideal para empaparse de la cultura, la idiosincrasia y las ancestrales tradiciones de la Cantabria rural. Las opciones se adaptan a todos los gustos: senderismo, paseos en bicicleta o recorridos en coche. Una de las excursiones más cercanas y atractivas es la visita a la localidad de Puente Viesgo, a unos diez minutos en coche desde el hotel.
Previa reserva, podréis acceder a las cuevas prehistóricas de Monte Castillo, declaradas Patrimonio de la Unesco en 2008 y con pinturas rupestres de hace más de 40.000 años. De las cuatro, están abiertas al público la cueva del Castillo —con uno de los suelos de ocupación más antiguos de la cornisa cantábrica—, y la cueva de las Monedas.
Tras esta interesante visita, es momento de tomar un aperitivo local en los animados restaurantes y terrazas junto al puente romano y el río Pas. A pesar de sus reducidas dimensiones, este municipio es famoso también por sus aguas termales medicinales y su histórico balneario. Los aficionados al senderismo disfrutarán del increíble entorno que rodea al río Pas y de rutas como la Vía Lebaniega, un camino medieval que atraviesa la localidad de Puente Viesgo, destino y cabeza de etapa para los peregrinos de la Vera Cruz hasta el monasterio de Santo Toribio de Liébana.
Si sois aficionados a la arqueología y a la historia romana, muy cerquita de aquí, en la localidad de Retortillo, podréis visitar la domus y ciudad romana de Julióbriga. Un poco más lejos, en Mataporquera, hallaréis también una lujosa villa romana con instalaciones termales construida el siglo I d.C.
Otros lugares de interés cercanos son la Torre del Infantado (siglo XV), en Potes; el palacio y capilla-panteón de Sobrellano, en Comillas, o la localidad de Alceda, otro pueblo típico de la zona especializado en deportes de aventura. Para los más cosmopolitas, la ciudad de Santander se encuentra a tan sólo 20 minutos en coche de Puente Viesgo.
El Helguera Palacio Boutique Antique sigue siendo, cuatro siglos después, un oasis de paz donde el tiempo parece detenerse, permitiéndonos reconectar con lo esencial. Sus exuberantes jardines, las hermosas vistas a los valles colindantes y su elegante spa son una auténtica medicina para el alma. Cuando anochece, sentada junto a la chimenea del salón principal, rodeada de muebles y objetos que han sido testigos silenciosos de siglos de historia, no puedo evitar imaginar al conde de Santa Ana haciendo exactamente lo mismo, encontrando en este rincón de Cantabria el equilibrio y la serenidad que el alma necesita.