Con miles de años de historia a sus espaldas, y siendo una ciudad sagrada para las tres grandes religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islam), Jerusalén está repleta de rincones hermosos y sorprendentes: el Santo Sepulcro, la Cúpula de la Roca, la mezquita de Al-Aqsa, el Muro de las Lamentaciones, las callejuelas del barrio árabe y sus infinitas tiendas… Sin embargo, algunos de sus lugares más singulares siguen siendo poco conocidos.
Todos hemos visto alguna vez imágenes de fieles judíos rezando en el célebre kotel o Muro de los Lamentos, pero la mayoría de quienes nunca han visitado la ciudad sagrada desconocen que la mayor parte de este muro –el rincón más sagrado para el judaísmo, pues se trata de un vestigio del Templo de Jerusalén– discurre bajo el subsuelo de la ciudad, concretamente bajo el laberinto de calles del barrio árabe.
La parte que estamos acostumbrados a ver en los medios de comunicación y fotografías –el célebre kotel– es solo un fragmento de muro que mide unos 60 metros de longitud. Sin embargo, la mayor parte del muro perimetral del antiguo Templo –unos 445 metros– sólo puede contemplarse si penetramos en unos túneles a los que se accede desde la explanada del muro.
Durante el recorrido, es posible descubrir gran parte de la historia de la ciudad, desde la época de Herodes, pasando por los tiempos de dominación romana, los siglos de las Cruzadas, la ocupación musulmana, etc.
Entre los hitos más singulares que hallamos al recorrer los túneles se encuentra la llamada «Piedra Occidental», un gigantesco y monolítico bloque de piedra caliza que mide 13,55 m de largo por 3,3 de alto y cuya antigüedad se remonta a los tiempos de Herodes.
Además de la “Piedra Occidental”, durante el recorrido por los túneles también es posible contemplar la llamada “Puerta de Warren”, una entrada hoy sellada donde durante siglos hubo una pequeña sinagoga, un santuario al que los judíos tenían permitido acudir a orar en tiempos de dominación musulmana de la ciudad.
Hoy siguen acudiendo fieles a rezar, pues, como anuncia un cartel que puede verse justo en el lugar, se trata del punto más cercano al antiguo sanctasanctórum del Templo de Jerusalén en el que pueden rezar los judíos, ya que los hebreos tienen prohibido el acceso a la Explanada de las Mezquitas con fines religiosos.
Durante el recorrido por el túnel también es posible ver los restos de un antiguo canal que suministraba agua hasta el monte del Templo, así como distintos objetos arqueológicos pertenecientes a diferentes momentos históricos de la ciudad, maquetas del Templo de Jerusalén y vídeos explicativos.
Como tantos otros rincones de la ciudad, los túneles no están exentos de la tensión política y religiosa que existe entre judíos y musulmanes. Toda la zona es sagrada para las tres religiones del Libro –judaísmo, cristianismo e islam–, por eso no es de extrañar que en ocasiones determinados hallazgos arqueológicos se interpreten de manera interesada por las distintas partes.
En todo caso, la visita a los túneles reafirma algo que se constata mientras se visita cualquier otro punto de la ciudad: Jerusalén está repleta de tesoros históricos, artísticos y religiosos con siglos o miles de años de antigüedad, lo que, más allá de tensiones políticas y religiosas, la convierte en una joya de valor incalculable que merece la pena conocer y disfrutar.
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