Del zumbido de las colmenas de Garriguella al perfume salino de L’Escala, pasando por los paisajes que inspiraron a Dalí. Recorrer la Costa Brava y el Empordà es un viaje íntimo por la esencia mediterránea, donde arte, naturaleza y gastronomía laten al mismo ritmo.
Descubrimos la Costa Brava y el Empordà a través de sus calas espectaculares, rodeadas de pinares y bañadas por un Mediterráneo azul que abraza pueblos medievales. Sus casas blancas encaladas parecen querer fundirse con esa escenografía. Y eso es solo una mínima parte de lo que puede ofrecer este territorio, al que Salvador Dalí, su hijo más ilustre, definió así: «Mi paraíso místico comienza en los llanos del Empordà, rodeado por las colinas de La Albera y encuentra su plenitud en la bahía de Cadaqués».
Si nos preguntasen cuáles son las costas más bonitas de España, posiblemente las de la Costa Brava estarían entre las más votadas. Y no faltaría razón. Sus calas, sus playas, su patrimonio y su excelente gastronomía, todo ello arropado por un entorno privilegiado –uno de los mejor conservados de todo el litoral mediterráneo español–, hacen de ella un destino obligado.

Los griegos fueron los primeros visitantes de estas tierras. Aquí se conserva el vestigio más importante de la presencia de la Antigua Grecia en la península Ibérica: Emporión, origen del nombre de la comarca, el Empordà, allá por el siglo VI a.C. No es de extrañar que personajes como Picasso, Rusiñol, Frank Sinatra, Ava Gardner, Marc Chagall y, por supuesto, el gran Dalí, la descubrieran y la proyectaran al mundo.
Para conocer mejor el sentir y el alma de esta tierra del Alt Empordà y de la Costa Brava, nos proponemos un viaje por este territorio al sur de los Pirineos, donde dejarnos envolver por los aromas del mar y del romero, por la luz dorada que acaricia los viñedos y por la huella de sus monumentos.
Apicultor por un día
Nuestro primer destino es Abellaires Empordanesos, una empresa apícola situada en Garriguella, en el Alt Empordà, dedicada desde 1983 a la producción, envasado y comercialización de miel y polen y, desde hace unos años, también a la miel ecológica certificada. El visitante puede vivir aquí una experiencia única al adentrarse en el apasionante mundo de las abejas y descubrir cómo trabajan en su entorno natural.

El método es sencillo: primero, el apicultor nos ofrece en la tienda la información necesaria para entender el ciclo de vida de las abejas, la polinización de flores y árboles y la recogida del néctar, que las abejas guardan en el abdomen para trasladarlo al panal, donde lo almacenan y dejan madurar. Después llega el momento de ponerse el traje especial de apicultor para, ya frente a las colmenas, poder observarlas e incluso tocarlas sin riesgo de picaduras.

La experiencia termina de vuelta en Abellaires, con una cata de algunas de las mejores mieles que producen, como la miel de montaña, la de eucalipto o la de mil flores, entre otras: todo un homenaje al alimento dulce más antiguo consumido por el ser humano.

Nos vamos con el buen sabor de la miel en la boca hacia la villa condal de Castelló d’Empúries, que fue capital del antiguo condado de Empúries. Su catedral de Santa María –a la que el gran Josep Pla llamó «la catedral del Empordà» por su monumentalidad–, el barrio del Call (la antigua judería) y el Museo de Historia Medieval de la Cúria-Presó merecen una visita pausada.

Pero si hay un lugar que no podemos dejar de visitar es el Ecomuseu Farinera, una antigua harinera de finales del siglo XIX, magníficamente conservada, que explica mediante paneles muy didácticos el complejo viaje del grano de trigo.

La visita revela los secretos de la fabricación de la harina con métodos tradicionales: las máquinas de limpieza que separan las impurezas, las de acondicionamiento que preparan el trigo para ser molido y la molienda con los «molinos rojos», verdadero corazón de la farinera. Todo ello se acompaña de audiovisuales muy instructivos que amenizan el recorrido. Como colofón, en algunas ocasiones los visitantes pueden incluso hacer pan en la propia harinera.

Visitando la casa natal de Dalí
Nuestro siguiente destino es Figueres, capital del Alt Empordà. Basta nombrar la ciudad para asociarla de inmediato a su hijo insigne, Salvador Dalí, cuya figura domina la localidad y buena parte de la comarca. Aquí se levanta su gran proyecto: un museo a la altura de los más importantes del mundo, ubicado sobre los restos del antiguo teatro de la ciudad. Su visita es imprescindible para disfrutar de algunas de las grandes obras maestras que salieron de su pincel.

Junto a la Casa Salvador Dalí en Portlligat y el castillo Gala-Dalí en Púbol, configuraba el llamado Triángulo Daliniano, clave para entender y conocer al maestro del surrealismo. Todo cambió hace un par de años, cuando por fin se abrió al público la Casa Natal Salvador Dalí, también en Figueres.
La Casa Natal Salvador Dalí es un museo inmersivo que recorre la vida íntima y pública del artista en los mismos espacios que lo vieron nacer y crecer, sin olvidar el contexto de la Figueres de principios del siglo XX ni la influencia de la geografía ampurdanesa en su trayectoria vital y artística.
La visita, organizada mediante un circuito audioguiado y apoyada en numerosos recursos museográficos, es un espectáculo audiovisual muy cuidado. Desde su nacimiento en 1904 hasta su fallecimiento en 1989, los diferentes pisos y estancias van desgranando los episodios clave de su vida: su conflictiva relación con el padre, que acabó desheredándolo y expulsándolo de la casa; la aparición de Gala en 1929, que se convertiría en su musa; sus numerosas performances; los trabajos con Hitchcock, Walt Disney y Buñuel en el cine; su relación con los medios de comunicación; la estancia en Madrid, en la Residencia de Estudiantes, donde convivió con Luis Buñuel y Federico García Lorca; sus años en Estados Unidos y el regreso a España para vivir en Portlligat, entre otros escenarios.

En resumen, un asombroso recorrido donde descubrimos muchas de las claves que lo convirtieron en la persona y el personaje que llegó a ser.
Otro de los puntos dalinianos de Figueres es el Hotel i Restaurant Duran, un reputado hotel familiar de cuatro estrellas, considerado el más emblemático de la ciudad. Dalí y Gala solían alojarse y comer aquí cuando estaban en su localidad natal. El hotel es, en sí mismo, un pequeño museo gracias a la cantidad de cuadros, cartas, escritos y fotografías –del artista y de otros visitantes ilustres– que regalaron al señor Duran.

Para los admiradores del pintor, con un poco de suerte es posible dormir en la misma habitación en la que se quedaba el maestro y almorzar o cenar en la mesa en la que se sentaban Dalí y Gala. Su restaurante conserva el sabor y la tradición de la gastronomía del Empordà.
Dejamos Figueres y ponemos rumbo al sur del golfo de Roses, una de las bahías más bellas del mundo, según la Unesco, para visitar una de las poblaciones más emblemáticas de la Costa Brava: L’Escala.
El pueblo de la anxova
L’Escala es un pueblo de pescadores que se ha hecho famoso por sus anchoas en salazón y por sus playas. Fue un puerto importante en época grecorromana y, durante un tiempo, capital del condado de Empúries. Pasear por su apacible puerto y por sus calles encaladas de blanco, que contrastan con el azul casi caribeño de las aguas, es una experiencia que se vive con calma.

La localidad nos recibe con el sosiego de sus tranquilas aguas azules. Nuestra primera parada es el Museu de l’Anxova i de la Sal (Museo de la Anchoa y de la Sal). Recorriendo sus salas descubrimos la actividad de la pesca de la anchoa, un producto que ha traspasado fronteras por su sabor y textura y que ha dado fama a la localidad.
Inaugurado en 2006, el museo muestra la historia de la pesca y de la salazón de pescado azul –con un barco pesquero original– desde el siglo XVI hasta la actualidad, y trabaja además por la difusión y conservación de un valioso patrimonio material e inmaterial. Es, sin duda, otra de las joyas de este territorio.

Salimos del museo con buen sabor de boca y seguimos caminando por una vía peatonal junto al mar, bordeando pequeñas calas donde se levantan las antiguas barracas de pescadores de la Creu. Junto a la cala del Port d’En Perris se encuentra Perris Vermuteria, con magníficas vistas y una gastronomía impecable donde tradición y modernidad se encuentran a partir de productos de proximidad: todo un espectáculo gastronómico.

A pocos metros de allí llegamos a Can Cinto Xuá, una de las pocas casas del siglo XVII que mantiene la estructura típica de una morada de pescadores. Hoy, convertida en centro de interpretación, permite al visitante viajar en el tiempo y conocer cómo vivían las familias marineras.
Aprendiendo a tejer en telar
Nuestro recorrido se adentra ahora en el Baix Empordà y, concretamente, en el bonito pueblo medieval de Vulpellac. Allí se encuentra el Espai Tònic, instalado en una antigua fábrica de cerámica convertida en multiespacio con varios talleres de producción artística. Nos recibe Olga Solà, responsable de un taller de iniciación textil creativo llamado Otèxtil, que será nuestra profesora por unas horas.
Entre todas las propuestas, nos recomienda trabajar con el telar, la estructura que sostiene los hilos de urdimbre bajo tensión para poder pasar la trama horizontalmente, por encima y por debajo de ellos, y crear así un tejido. Incluso quienes se consideran poco hábiles con las manos descubren, gracias a la paciencia de Olga, que son capaces de elaborar un pequeño tapiz digno de colgar en la pared.

Para celebrar la hazaña nos dirigimos a cenar a Abricoc, un espacio–tienda para foodies en el que su directora, Alba, propone degustaciones de productos locales de calidad. Su idea principal es dar voz a los productores, con especial atención a los vinos de l’Empordà, a una cuidada selección de quesos artesanos catalanes, cervezas artesanas, chocolates, confituras y otras delicias.
La chef de las flores
En el cercano pueblo de Fonteta pernoctamos en el elegante hotel Mas Generós. Es un alojamiento rural sostenible situado en un rincón de gran belleza del Baix Empordà, ideal para una escapada en plena naturaleza y para descubrir un entorno con rico patrimonio, con localidades cercanas como La Bisbal d’Empordà o Ullastret.

La atmósfera de cada habitación es única y diferente. Todas llevan el nombre de un personaje cuyo espíritu fue relevante por dedicar su vida a crear o a proteger el arte en alguna de sus formas: Dalí-Gala, Ava Gardner, Virginia Woolf, Serrat, Leonard Cohen, Josep Pla, Colette, Elizabeth von Arnim, entre otros.

Este hotel boutique ofrece además talleres, conciertos, clases de yoga y otras actividades para sus huéspedes. Y, como sorpresa final, recorremos su inmenso jardín, que no solo impresiona por su tamaño, sino porque se convierte en escenario de experiencias gastronómicas. Allí, la chef Yolanda Bustos –conocida como la «chef de las flores»– recoge flores, brotes y frutos silvestres con los que crea auténticas postales comestibles en cada plato: una experiencia enogastronómica íntimamente conectada al territorio.

Nuestro viaje por el Empordà y el Baix Empordà se acaba aquí, aunque este sea el tipo de lugar que nunca se termina del todo. Como escribió Josep Pla: «L’Empordà, como un todo, sobrepasa mis medios de percepción. L’Empordanet se acerca a mi manera de ser, a mi vuelo corto, al gusto que me dan las cosas concretas y determinadas».
Quizá esa sea la mejor forma de entender este rincón de la Costa Brava: a través de esas “cosas concretas”, placenteras, de las que hablaba Pla: paisajes, calas y pueblos que invitan siempre al disfrute… y a una nueva visita.
Más información: Costa Brava Pirineo de Girona

