En lo más profundo del Pirineo catalán, al cobijo de hayas y robles centenarios, vive uno de los mitos más inquietantes de la tradición hispánica: la leyenda del Conde Arnau. Este personaje, condenado a cabalgar eternamente por sus pecados, es símbolo de rebeldía, de deseo y de castigo. En este artículo, recorremos sus huellas a través del Museu del Comte Arnau, la sobrecogedora Laguna Azul y las ruinas del castillo de Mataplana. Tres interesantes escenarios para visitar y al mismo tiempo empaparse con un mito ancestral.
El mito del Conde Arnau no surge de la nada: se cree que su leyenda se inspira en una figura real del siglo XI o XII, posiblemente Arnau de Mataplana, señor feudal del castillo homónimo situado en la comarca del Ripollès. Este linaje, poderoso y polémico, estaba vinculado a la nobleza catalana de la época y a episodios históricos como las luchas de poder con la Iglesia o la represión de movimientos considerados heréticos.
Aunque no se tienen pruebas concretas de los delitos que se le atribuyen en la leyenda, sí se sabe que algunos miembros de esta familia fueron acusados de actos de herejía y abuso de poder, una semilla que el imaginario popular transformó en leyenda negra con el paso de los siglos.

El nacimiento del mito
La leyenda cuenta que el Conde Arnau cometió actos atroces: desoyó los mandatos de la Iglesia, oprimió a sus vasallos, traicionó a los suyos y, sobre todo, las malas lenguas sostienen que mantuvo una relación carnal con una abadesa del monasterio de Sant Joan de les Abadesses. Este último pecado —profanar el voto sagrado de castidad de una religiosa— marcó su condena eterna.
Como castigo, Dios lo condenó a cabalgar eternamente por los cielos pirenaicos en una noche sin fin, acompañado por su caballo negro y perros infernales que vomitan fuego por la boca.

De tradición oral a símbolo literario
Durante siglos, la leyenda del Conde Arnau se transmitió de forma oral, como advertencia y como relato para explicar lo inexplicable. Fue a principios del siglo XX cuando esta figura fue recuperada y reinterpretada por poetas como Joan Maragall, que lo convirtió en protagonista de su obra más famosa, El Comte Arnau (1900). En su visión, Arnau ya no era solo un alma condenada, sino también símbolo de la pasión humana, del deseo que rompe las reglas y de la lucha entre el instinto y la moral.
Más adelante, escritores como Josep Maria de Sagarra, Salvador Espriu o Pere Quart lo integraron en sus obras, consolidándolo como uno de los grandes mitos literarios de Cataluña. Así, pasó de leyenda popular a símbolo cultural, con capas de significado que van desde la culpa cristiana hasta la rebeldía contra las normas sociales.
¿Por qué ha sobrevivido hasta hoy?
El secreto de la pervivencia de la leyenda del Conde Arnau está en su versatilidad. Ha sido:
- Figura de advertencia: como veremos en los relatos asociados al Gorg dels Banyuts, su presencia ha servido para aleccionar a niños y adultos sobre peligros reales del entorno.
- Símbolo político: reinterpretado como una alegoría del alma catalana oprimida que no se resigna a morir.
- Personaje literario y teatral: utilizado para hablar del deseo, del castigo y del poder.
- Recurso turístico: hoy en día, es el eje de rutas culturales y museísticas en lugares como Sant Joan de les Abadesses, Gombrèn o Campdevànol.
La figura del Conde Arnau ha servido como una forma de explicar el mundo: mezclando historia, miedo, belleza y necesidad de control social.

Museu del Comte Arnau: historia, arqueología y sombra legendaria
En la pequeña localidad de Gombrèn, el Museu del Comte Arnau ofrece una mirada fascinante a la figura legendaria del conde desde todos sus ángulos: el literario, el arqueológico, el histórico y el mítico. Ubicado en el Casal de Cultura del pueblo, este pequeño museo es una joya inesperada para quienes desean entender cómo un personaje se transforma en símbolo.
Entre sus piezas más valiosas destacan objetos recuperados durante las excavaciones en el castillo de Mataplana: un díptico de peltre, una pieza de ajedrez tallada en marfil y una bula pontificia datada entre los siglos XII y XIII. Objetos modestos en apariencia, pero que al ser contemplados bajo la sombra del mito, parecen cobrar vida.
Maquetas, ilustraciones y reconstrucciones digitales ayudan al visitante a imaginar cómo era el castillo en su apogeo. Y más allá de las piedras y reliquias, el museo forma parte de la red Terra de Comtes i Abats, una ruta que conecta lugares donde el poder feudal, la espiritualidad y el arte dejaron huellas indelebles en el Pirineo catalán.
Gorg dels Banyuts: belleza hipnótica y advertencias ancestrales
En el corazón del Ripollès, el Gorg dels Banyuts es un rincón natural de aguas cristalinas y el azul más profundo. Esta laguna, creada a la vera de un imponente salto de agua de unos 5 metros, y escondida en un estrecho desfiladero rodeado de robles, arrastra siglos de leyendas y advertencias transmitidas por la gente del lugar.

Y es que este lugar no es un simple paraje pintoresco: su belleza encierra peligros reales. Las aguas, que parecen tranquilas, esconden corrientes creadas por un remolino, fondos traicioneros, y las rocas húmedas pueden volverse resbaladizas, especialmente tras las lluvias frecuentes en el Pirineo. Tanto es así, que actualmente permanece cerrado al baño.
El castillo de Mataplana: ruinas cargadas de historia y misterio
En el municipio de Gombrèn, entre verdes praderas y bosques espesos, se alzan las ruinas del castillo de Mataplana, un vestigio poderoso de la Edad Media que aún conserva la huella de un pasado turbulento y legendario. Esta fortificación fue el feudo de la familia Mataplana, linaje histórico estrechamente ligado a la figura del Conde Arnau, cuyo mito se entreteje con los restos pedregosos de la que otrora fuera una imponente construcción.

Pasear entre sus restos es sumergirse en siglos de historia, donde se mezclan hechos reales y relatos populares. Desde lo alto, se domina el paisaje pirenaico, una ubicación estratégica que habla del poder que en su día ejercieron sus moradores. Las piedras desgastadas y cubiertas de musgo parecen susurrar los secretos de un tiempo donde la nobleza imponía su ley, a menudo con mano dura. Aquí comenzó la historia que, con tintes de herejía, pasión y castigo, dio forma a la leyenda del Conde Arnau.
Para visitarlo, es necesario concertar cita previa (hazlo aquí), ya que las visitas libres no están permitidas por motivos de conservación. Pero merece la pena. Porque en este espacio tranquilo, la figura de Arnau se hace presente en cada rincón del sitio arqueológico.