Paseos a caballo por la caldera de un volcán, baños en playas de aguas transparentes, cascadas termales y un pasado histórico digno de una novela de aventuras… Azores, con sus nueve islas llenas de atractivos, destaca como uno de los destinos más apetecibles para este verano.
A simple vista, es un edificio sencillo y humilde, de tres alturas y fachada blanquiazul, levantado junto al puerto de una pequeña isla rodeada por la inmensidad del Atlántico, a casi 1.700 kilómetros de Lisboa. Sin embargo, el Café Sport –o Peter’s Café, como también se le conoce–, en Faial (Azores), ha dado cobijo a marinos y tripulaciones de los cinco continentes y su nombre es casi sinónimo de leyenda entre los más curtidos lobos de mar. El Café de Peter abrió sus puertas en 1918, y desde entonces por allí han pasado marinos mercantes, soldados de la Royal Navy británica y de la armada estadounidense, patrones de yates de recreo, audaces balleneros e incluso espías…
Hoy es uno de los principales atractivos turísticos del archipiélago y, aunque los tiempos han cambiado y ya cuenta incluso con “sucursales” en otros puntos de las islas y en la Península, el ambiente que se respira en su interior le transporta a uno, sin remedio, a una y mil historias de aventuras en alta mar. Sin duda, si Moby Dick se hubiera escrito en el siglo XX, el capitán Ahab habría acudido al Peter’s en busca de arponeros para perseguir a la temible bestia marina objeto de su obsesión.

Ese mismo espíritu de aventura, lejos de difuminarse con los avances de la modernidad, se percibe todavía en el resto de islas –son nueve en total– de las Azores; a ello contribuye su origen volcánico y un entorno natural sobrecogedor y exuberante, de una belleza difícil de encontrar en otros puntos del planeta; si a eso le sumamos una apuesta por el turismo sostenible y de calidad por encima de la llegada masiva de visitantes, no es extraño que The New York Times haya destacado al archipiélago como uno de los destinos imprescindibles de 2019, algo que ya hicieron en el pasado otras publicaciones de prestigio, como Lonely Planet.

EN LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA
También en Faial, pero en su extremo oeste, se encuentra otro de los atractivos de la isla: el volcán Capelinhos entró en erupción en 1957, y durante trece meses expulsó lava y ceniza, creando 2,4 Km2 de tierra y sepultando parcialmente un icónico faro bajo cuya superficie se encuentra hoy un interesantísimo centro de interpretación sobre el volcán. El agitado origen del archipiélago –hay catalogados 1.766 volcanes– configuró la fisionomía de las Azores, marcadas aquí y allá con espectaculares enclaves vinculados con el geoturismo.
Todas las islas cuentan con impresionantes caldeiras (cráteres volcánicos), aunque destaca la de Sete Cidades, en la isla de São Miguel (la más grande de Azores), cuyo interior da cobijo a una pintoresca aldea y a las dos lagunas –una verde y otra azul– más fotogénicas del archipiélago. En el otro extremo de la isla está el Valle de Furnas, otro cráter cubierto de frondosa vegetación. Allí merece la pena degustar uno de los platos típicos de la isla, el cozido das Furnas, que se prepara enterrando las ollas durante seis horas para aprovechar el calor volcánico del suelo.

Si Moby Dick se hubiera escrito en el siglo XX, el capitán Ahab habría acudido al Peter’s en busca de arponeros para perseguir a la temible bestia marina
La intrincada geología azoreña permite también adentrarse en las entrañas de la Tierra, como si fuéramos personajes de una novela de Verne. El Algar do Carvão, en la isla de Terceira, es una chimenea volcánica de 90 metros de profundidad que hoy puede recorrerse cómodamente y sin peligro gracias a unos peldaños que conducen a su interior, plagado de estalactitas y estalagmitas y con un singular lago subterráneo. Otros enclaves telúricos son la Furna do Enxofre –una de las cavernas volcánicas más grandes del mundo, en la isla de Graciosa–, y la Gruta das Torres, en la isla de Pico, un tubo lávico de más de cinco kilómetros de extensión.

PLAYAS Y PISCINAS NATURALES
Pero no todo son volcanes y grutas. Las Azores ofrecen también opciones más relajantes, como sus bellas playas. La mayoría son de arena y piedras volcánicas –en São Miguel, la isla más grande y turística, destaca la de Mosteiros–, pero también encontramos arenales blancos como los de Praia Formosa, en la isla de Santa Maria, que presume de ser la más bonita del archipiélago. Para quienes busquen algo más exótico, en varias islas es posible bañarse en piscinas naturales creadas por la lava, y también en aguas termales –por ejemplo, en las Termas do Carapacho, en Graciosa–, o en las cascadas de agua caliente de Caldeira Velha, en São Miguel.
Si uno llega hasta aquí en busca de paz y sosiego, en ese caso la mejor opción es la isla de Corvo, la más pequeña de las nueve. Con sus escasos 425 habitantes, que hablan su propio dialecto, este diminuto enclave que fue refugio de piratas es hoy un auténtico paraíso de tranquilidad, y el rincón más aislado de Portugal, y por tanto de toda Europa. Con paisajes tan hermosos como los de la caldeira del Monte Gordo o sus afilados acantilados, y con aldeas pintorescas de casas blancas y negras, este es, sin duda, el lugar perfecto para perderse.

Los amantes de la naturaleza y el deporte tienen también una oferta abundante: hay rutas a caballo que recorren las caldeiras de distintos volcanes, circuitos para mountain bike, buceo rodeado de tiburones azules en Faial, y salidas en barco desde casi todas las islas para observar cachalotes y otros cetáceos.
De hecho, el pasado ballenero de las islas constituye otro de sus principales atractivos. Hasta hace poco más de 30 años, muchos azoreños se dedicaban a la caza de baleas, y durante décadas, en el siglo XIX, los balleneros americanos reclutaban aquí a arponeros y otros tripulantes. Aquel pasado sigue fresco en la memoria, y se preserva en los distintos museos y centros de interpretación sobre las “Fábricas de la Ballena” que se reparten en las islas de Faial, Pico o São Jorge, y en el Museo del Scrimshaw del Peter’s Café, con auténticas obras de arte realizadas sobre dientes de cachalote. Un legado del que, sin duda, el capitán Ahab y su Pequod se sentirían orgullosos.

* GUÍA PRÁCTICA
CÓMO LLEGAR
En la actualidad no hay vuelos directos a Azores desde España, pero puede viajarse cómodamente hasta Terceira o São Miguel haciendo una breve escala en Lisboa u Oporto, por ejemplo con TAP. Para desplazarse entre islas, hay vuelos internos de la compañía SATA, y también ferris, aunque conviene confirmar antes los días que operan.
DÓNDE DORMIR
En Terceira, el Hotel Angra Marina disfruta de unas inmejorables vistas al Atlántico y el imponente Monte Brasil. Si optamos por São Miguel, el Grand Hotel Açores Atlântico está ubicado junto al puerto deportivo de la ciudad, y a escasa distancia del aeropuerto.
DÓNDE COMER

La gastronomía de las islas es muy variada, con platos como el pulpo a la brasa, el cozido das Furnas o la alcatra, un guiso de ternera cocinado en horno de leña. Uno de los mejores lugares para degustarlo es el restaurante Ti Choa (Terceira), un acogedor establecimiento de precios más que asequibles y trato familiar.
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