El departamento de los Pirineos orientales (Pyrénées-Orientales), en el sur de Francia, esconde secretos silenciados hasta hace apenas un cuarto de siglo. Un motivo excepcional para organizar una escapada inédita a este territorio fronterizo que atesora un patrimonio cultural y artístico de valor incalculable.
Desde las páginas de Wanderer os proponemos un viaje al sur de Francia, donde se abrazan los Pirineos y el Mediterráneo. En la histórica región del Rosellón, disputada durante siglos por españoles y franceses, Francia y Cataluña comparten un baile de tradiciones, memoria y cultura.
Os invitamos a conocer la odisea de más de medio millón de exiliados republicanos españoles que, a finales de enero de 1939, cruzaron a pie la frontera entre España y Francia tras la toma de Barcelona por las tropas franquistas. Un episodio conocido como “La Retirada”, silenciado durante más de sesenta años y al que hoy dan voz los memoriales de antiguos campos de concentración como el de Rivesaltes o Argelès-sur-mer.
Visitaremos también otros lugares de memoria, como el Cementerio de los Españoles y el Museo Memorial del Exilio, ambos en Argelès y el castillo de Colliure. Conoceremos además la conmovedora historia de la Maternidad Suiza de Elna (Elne). Todos ellos, lugares contra el olvido que nos invitan a interrogarnos sobre un pasado necesario para entender y profundizar en nuestro presente.
Rivesaltes, el Campo de los ´indeseables’
A tan sólo diez minutos de Perpiñán, el campo de concentración de Rivesaltes es conocido como “el campo de los indeseables”, porque aquí se encerraba a todas las poblaciones nómadas consideradas indeseables por el régimen de Vichy, por «riesgo de contaminación ideológica». En todo el territorio dominado por Vichy se instauraron aproximadamente 200 campos de internamiento.
Así nos lo explica nuestro guía: «Este campo abrió oficialmente el 14 de enero de 1941, dos años después de la retirada (por eso no es un campo de la retirada, como otros campos). Su historia sí está relacionada con el exilio. Aquí convivieron republicanos españoles con gitanos nómadas de Alsacia, judíos extranjeros o prisioneros de guerra. Todas estas personas no tenían residencia fija y eran consideradas peligrosas». Posteriormente, en los años sesenta, llegaron otras poblaciones procedentes de países en proceso de descolonización como Argelia (harkis) o Guinea Conakri.
En sus orígenes, se ideó como un campo de entrenamiento militar. Ello explica su ubicación en un entorno azotado por unas condiciones climatológicas totalmente inhóspitas que posteriormente derivaron en una tasa de mortalidad altísima entre los internados. La importancia de este lugar radica en el hecho de que es uno de los campos de internamiento más grandes de Europa Occidental, así como en su permanencia a lo largo del tiempo: cerró en 1966.
La visita nos permite reflexionar sobre aspectos como los desplazamientos forzados de poblaciones, la xenofobia o el racismo. Gracias a un movimiento de ciudadanos locales, el proyecto de la creación del Memorial se materializa en 2015, obra del arquitecto marsellés Rudy Ricciotti. Construido sobre los vestigios de unos barracones prácticamente desmoronados, este edificio contemporáneo fue merecedor de un prestigioso premio de arquitectura francesa: l’Equerre d’argent.
Argelès y sus lugares de la memoria
No muy lejos de allí, las playas de Argelès-sur-Mer (localidad fronteriza con la costa de Girona), hoy rebosantes de turistas bajo sombrillas multicolores, fueron en 1939 un inmenso campo de concentración donde miles de republicanos españoles sufrieron frío, hambre y desesperación. En muchos casos, hallaron la muerte.
Hace un cuarto de siglo, la Asociación FFREEE (Hijos e Hijas de Republicanos Españoles y Niños del Éxodo) y el Ayuntamiento de Argelès decidieron emprender una ardua y minuciosa labor de investigación y memoria que ha dado como resultado la creación de los denominados lugares de la memoria. Entre ellos, un monolito que desde 1999 marca la entrada sur del campo en la playa de Argelès; muy cerca, una placa que indica el límite del campo antiguo y un museo memorial inaugurado en 2017 en el centro del pueblo.
Especialmente impactante es la visita a la que es hoy una hermosísima playa de arena blanca y aguas cristalinas y que en 1939 se convirtió en un campo improvisado del que hoy no queda nada, ya que fue destruido en 1942. Buscaban la libertad más allá de los Pirineos y encontraron el horror de un confinamiento obligado. Durante los meses de invierno, el viajero puede visitar una ilustradora exposición fotográfica emplazada en este mismo lugar.
En palabras de Olga Arcos, representante del memorial del Campo de Argelès: «El 29 de enero de 1939 las autoridades militares decidieron construir un campo en Argelès, cercando la playa con 200 km de alambrada. Este es el primer lugar donde hay una playa al pasar la frontera: un espacio despejado y llano fácil para encerrar a miles de personas y vigilarlas. Mar, arena y alambres de espinos».
Podéis seguir conociendo los entresijos de este escalofriante episodio histórico en el Mémorial du Camp d’Argelès-sur-Mer (Museo Memorial del Exilio). El espacio está dividido en dos zonas, España y Francia, unidas por un pasaje que representa la frontera pirenaica. Fotografías, testimonios sonoros, documentales y material audiovisual, libros, dibujos y un sinfín de recursos nos trasladan a este período de gran importancia para nuestra historia.
El Cementerio de los Españoles
Otro lugar de obligada visita en esta Ruta de la Memoria es el denominado Cementerio de los Españoles, un lugar de recogimiento y recuerdo de todos los internos que murieron en el campo. Aunque el antiguo cementerio ya no existe, ya que fue arrasado por la gran inundación de 1940, se habilitó un nuevo cementerio en parte de la zona donde estaba el antiguo campo santo. Jacqueline Payrot, presidenta de la asociación FFREEE, nos recibe junto a árbol que en 1999 se plantó en recuerdo de los 70 niños menores de diez años que murieron en el campo.
Payrot nos explica que todavía faltan nombres de muchos desparecidos y que el último nombre añadido hace aproximadamente un año fue el de María Gil Fenollosa: «La importancia de este lugar radica en que aquí hacemos las conmemoraciones y es un sitio de memoria. Desde 1999, hemos hecho un trabajo de búsqueda de todos los fallecidos en el campo». La Asociación, integrada por 250 personas procedentes de todo el mundo, nació en 1999 con la intención de realizar un trabajo de búsqueda de todos los fallecidos en el campo.
La maternidad de Elna: un rayo de luz en medio de la barbarie
La Maternidad Suiza de Elna (MSE) constituye una imprescindible de cualquier ruta turística por la memoria histórica de los Pirineos Orientales. Este emblemático palacete art nouveau albergó entre 1939 y 1944 un hospital materno-infantil único en Europa, donde la heroína suiza Elisabeth Eidenbenz salvó la vida de casi 600 bebés nacidos de madres refugiadas españolas internadas en campos franceses cercanos como Argelès-sur-Mer.
El 7 de diciembre de 1939 nació José Molina, fruto del primer parto acontecido en este conmovedor lugar. A escasos 10 km del campo de Argelès, la perseverancia y el buen corazón de la enfermera y maestra suiza Elisabeth Eidenbenz hicieron posible el milagro en medio de tanta barbarie. Con una modesta ayuda económica de 30.000 francos suizos del Socorro Suizo a la Infancia y la colaboración de muchas asociaciones de voluntarias, este edificio perteneciente a la familia Bardou de Perpiñán se rehabilita y se convierte en una maternidad improvisada.
En 1944 el edificio fue cerrado por la Gestapo y permaneció abandonado durante más de cincuenta años. Entre 1997 y 2003 es restaurado por su nuevo propietario y en 2005 es adquirido por el Ayuntamiento de Elna para convertirlo en un espacio de memoria en homenaje a la obra de Elisabeth Eidenbenz. Aunque en la actualidad el edificio se encuentra en obras podréis contemplar una interesante exposición fotográfica sobre la historia de la Maternidad y visualizar la cautivadora película de Elisabeth.
Colliure, la luz que sedujo a los artistas y algún secretillo más
Inevitablemente bella, luminosa y bohemia, la villa de Collliure es famosa por su inspiradora luz, que enamoró a artistas de la talla de Henri Matisse, André Derain o Antonio Machado. Pero muy pocos conocen otra de las historias silenciadas durante siglos: el interior del castillo acogió uno de los campos de refugiados más desapacibles del sur de Francia.
Si os acercáis a conocer esta hermosa joya de la côte vermeille podéis aprovechar la oportunidad de visitar la exposición permanente sobre dicho campo en el interior del castillo. Nuestro experto guía nos comenta: «De Colliure no se habla, siempre de Argelès, Rivesaltes… pero de Colliure no se sabe nada. Aquí estaba el campo especial de Colliure. Las labores de investigación las inició el nieto de un refugiado».
Y ya que os encontráis en el interior de esta antigua fortaleza, qué mejor ocasión para conocer su fascinante historia. Construido en tres fases, en sus orígenes el castillo perteneció a los reyes de Mallorca: Jaume I y su hijo. A mitad del siglo XIV, pasó a formar parte del heredero de la Corona de Aragón y posteriormente el castillo se mantuvo como lugar defensivo, ya que en aquella época Colliure es el principal puerto del Rosellón.
Nuestro experto guía nos lo explica así: «En el siglo XVI se convirtió en la ciudadela de los reyes españoles Carlos I y su hijo Felipe II. Hicieron las murallas más anchas y modernizaron las antiguas torres de la Edad Media. En el siglo XVII se empezaron a construir casas en las playas. Colliure era un puerto de comercio y de guerra, con la frontera de Francia en el norte. El castillo es como un juego de lego: parte medieval, parte española (siglo XVI) y la parte del siglo XVII construida por los franceses».
No abandonéis este idílico rincón del mediterráneo francés sin conocer cómo fueron los últimos días del genial Antonio Machado. «Estos días azules y este sol de la infancia». Así describió el poeta la luz de esta joya de la costa mediterránea tras uno de sus paseos antes de hallar la muerte pocos días después en esta misma ciudad. La vida de este genial literato se apagó el 22 de febrero de 1939 en una modesta pensión, exhausto por el camino recorrido a través de los Pirineos.
Su tumba en el cementerio de Colliure es hoy un lugar de peregrinaje y la localidad forma parte de la ruta de las nueve ciudades machadianas junto a Sevilla, Barcelona, París, Baeza o Segovia, entre otras. Para profundizar más en este tema, os recomendamos un libro muy especial que es en sí mismo una pequeña obra de arte: Las ciudades de Machado, de la editorial Tintablanca. De la mano del autor Carlo Aganzo y del pintor e ilustrador Daniel Parra, este genial documento recorre las ciudades donde Machado vivió, amó, serenó su alma y escribió sus mejores poemas.
Viajar a los Pirineos Orientales es la ocasión perfecta para explorar las cicatrices de un pasado reciente silenciado durante más tiempo del deseable y, a su vez, descubrir un territorio de gran belleza natural y con un rico patrimonio artístico y cultural.
Más información: Turismo Pirineos Orientales