Oculta durante siglos bajo sucesivos repintes, la Portada de la Majestad de la Colegiata de Toro recuperó hace unas décadas su esplendor medieval. Hoy, sus esculturas policromadas y escenas esculpidas nos invitan a cruzar un umbral cargado de historia, fe y belleza.
Toro, en lo alto de una loma que mira al Duero, guarda una de las grandes joyas del románico en Castilla y León: la colegiata de Santa María la Mayor. Construida entre los siglos XII y XIII, este imponente templo de piedra dorada fue durante siglos el corazón espiritual de la ciudad y aún hoy impone por su silueta rotunda, su cimborrio de inspiración francesa y el eco solemne de su interior. Pero si hay un rincón que detiene el paso y atrapa todas las miradas, ese es su Portada de la Majestad.

Hay portadas que se cruzan sin mirar atrás, y otras que obligan a detenerse. La que se esconde en el interior del templo toresano pertenece, sin duda alguna, a las segundas. Majestuosa, sí, pero también profundamente humana. Un pórtico esculpido hace más de siete siglos, cuando Europa dejaba atrás el románico y se adentraba en el gótico, y que aún hoy conserva algo casi milagroso: su policromía original.
Un hallazgo bajo siglos de silencio
Durante siglos, las esculturas permanecieron ensombrecidas por el paso del tiempo y los repintes. Fue a finales del siglo XX, durante trabajos de restauración, cuando salió a la luz el color original medieval, conservado contra todo pronóstico. Como si el tiempo, generoso, hubiera querido preservar esta escena detenida.

Hoy, lo que el visitante contempla no es solo piedra: es un retazo de historia visual, vibrante y conmovedor. Los tonos rojizos, verdes, ocres y azules recobran vida con una intensidad que conmueve más por su fragilidad que por su brillo. Así, el visitante no solo ve piedra: ve también a Cristo en Majestad presidiendo el Juicio Final; a la Virgen con el Niño en el parteluz; a un puñado de músicos medievales tallados en plena actuación. Ve apóstoles, ángeles, santos y pecadores. Pero, sobre todo, se ve a sí mismo, testigo contemporáneo de una historia contada en imágenes y color.

La Portada de la Majestad no es solo una joya del patrimonio español: es una invitación a mirar con calma, a dejarse tocar por la belleza que sobrevive al tiempo. A cruzar el umbral no solo de una iglesia, sino de una sensibilidad que aún nos habla, si sabemos escuchar.
