En miles de pueblos de España, la vida transcurre a otro ritmo. Mientras la despoblación avanza y el futuro parece siempre postergado, hay lugares donde el tiempo se detiene… y quizá ahí resida la clave de una nueva forma de vivir.
Todos conocemos —y en muchos casos, anhelamos— las virtudes de la vida rural. Nuestros ritmos acelerados, propios de la ciudad, se apaciguan en los pueblos, donde el tiempo parece fluir de otro modo. Sin embargo, la realidad en España dista mucho de facilitar una vida sostenible y cómoda fuera de los núcleos urbanos. Desde hace décadas, la población rural sufre un goteo incesante de pérdida y envejecimiento. Hoy, casi el 50 % de los españoles vive en ciudades, que apenas ocupan un 5 % del territorio. Mientras tanto, más de 2.500 municipios cuentan con menos de 200 habitantes.


España ostenta la mayor esperanza de vida de la Unión Europea: una de cada cinco personas tiene más de 65 años. Esta cifra es aún más significativa en el medio rural. En municipios con menos de mil habitantes, tres de cada diez personas superan esa edad. Cuanto más pequeño es el pueblo, mayor es la proporción de población envejecida.


Aunque la Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural establece medidas para revertir esta situación, muchas de ellas siguen sin aplicarse. La falta de servicios básicos —sanidad, educación, transporte— y el escaso desarrollo económico son algunas de las causas del llamado “vacío rural”. Un vacío que empuja, sobre todo a los más jóvenes, a emigrar a las ciudades en busca de oportunidades y de una cobertura digna para sus necesidades vitales.
Sin embargo, en los últimos años —y especialmente tras la pandemia del coronavirus— han comenzado a aflorar nuevas posibilidades. El auge del teletrabajo ha abierto una vía real para compatibilizar lo urbano con lo rural. Muchas empresas han implantado el trabajo en remoto, lo que supone no solo una mejora en la calidad de vida, sino también un alivio para el medio ambiente, al reducir desplazamientos, y una oportunidad para descentralizar la economía y dinamizar regiones olvidadas.

Es fundamental implementar todas las medidas e iniciativas posibles para frenar la despoblación y el envejecimiento de esa España vaciada. No es solo una cuestión de justicia territorial: también lo es de salud, sostenibilidad y futuro.
Porque aún hay lugares donde el tiempo reposa.

Levantarse sin mayor fin que estar, que no es poco.
Un lugar de tantos, perdido en caminos poco transitados, que dejamos
a un lado, que ojeamos mientras los pensamientos están difusos en lo que vendrá.
Un lugar de tantos, al que fui a parar.
Aquí el futuro llega tarde, no tiene prisa, se diluye al andar por senderos
que no tienen destino, al son de un viento que forja el carácter, que da
lo que tiene, honesta, igual de áspera que de noble, como su gente.
Un lugar de tantos, donde el tiempo reposa.